- Niña daltónica: Hola, quiero un compás
- Muy bien, uno normal, para empezar ¿no?
- No, quiero un compás naranja
- ¿uno naranja?
- uno grande
- ¿un compás grande naranja?
- No, naranja no lo quiero, lo quiero grande
- [sacar todo el surtido para elección digital] Paso uno, colocar compás grande sobre el mostrador
- Este no lo quiero, que es grande
- ¿quieres éste más pequeño? (paso dos: sacar compás normal para empezar que fue lo primerico que dije)
- Sí, éste es justo el que quería naranja normal
- [el compás es azul pero yo no pienso decir nada]
- Niño repelente con bolsa de patatas en la mano ¿cuánto dinero me sobra?
- ¿cuánto llevas?
- Esto (muestra 50 céntimos)
- Te sobran 5 céntimos
- Vale, dame un tocho
- No te llega, cada tocho vale 10 céntimos
- Pues ponme siete
- ¿¿¡¡WTF!!??
En mi ciudad, en el parque más frecuentado por los niños, había dos kioskos. Uno de ellos lo atendía un señor muy bajito, encantador y que hablaba en pesetas. De decía que las dentaduras valían cinco pesetas, tú mirabas tu mano, veías una moneda que decía "cinco pesetas" y sabías que aquello podías comprarlo.
ResponderEliminarEl otro kiosko estaba atendido por una vieja horrible y espantosa que, además de tener muy mala hostia, hablaba en DUROS.
- Quiero dos regalices, una mora y tres cabezas de caballo. ¿Cuánto es?
- SEIS DUROS.
Claro, tú mirabas las monedicas que había en tu mano y allí nada decía "duro" por ningún lado. ¿Cuánto le pagabas a la vieja? ¿Cuánto son seis duros?
Claro, sólo ibas al kiosko de la vieja cuando el otro estaba cerrado y tenías una necesidad imperiosa de picapica, santiguándote para que no te hablase en duros.
Te los cambio por un par de sábados al mes dando clase a adultos que quieren sacarse el curso de capacitación para transportistas.
ResponderEliminarCuando pienso que ese sábado ha sido el peor, van al siguiente y se superan. Y por cosas tan tontas como "ese camión no está bien dibujado" (cuando quiero hablarles del reparto del peso por eje) o "yo no limpio los filtros todos los días" (cuando les hablo de normas de seguridad en transportes de áridos).
Un lujo, chica.
Súper amo las historias de la dependienta ocasional XD
ResponderEliminarNo echo nada de menos ser dependienta, lo odiaba.
ResponderEliminarAy, me parto, la paciencia que hay que tener...
ResponderEliminarCuando una tarde empiezan a pasarme estas cosas, una y otra vez, quiero echar a correr pero luego digo, nein, memoriza cada palabra y escribe un post XDDD la dependienta ocasional es una válvula de escape
ResponderEliminarLo del tocho tiene sentido. Si no puede llevarse un tocho, que suena a ocho, porque lleva la mitad de lo que cuesta, le falta uno de dos. Tocho menos uno = siete. Y dando gracias de no estar en Texas , que los niños te tirotean por un quítame allá esos dulcipicas.
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarBuen día, me llamo Karina y soy administradora de un directorio de blogs y webs. Vi tu blog y me gustaría intercambiar enlaces contigo. Puedo agregar tu blog en mi directorio para que así nuestras visitas aumenten.
Si estas deacuerdo escribeme a mi email
karivelezs@gmail.com
Exitos
Karina Velez
Jajaja!! Que buenos los diálogos!! Se me ha saltado una lagrimilla de la risa y de imaginarme la situación!
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