25/5/09

El milagro de los panes y los peces by Bosque VerdeTM

Acabo de vivir el milagro de los panes y los peces, es así, lo he visto con mis propios ojos, lo he tocado y frotado con mis propias manos y es el momento de que lo cuente con mis propias palabras y difunda la buena nueva para que todos sepamos que en estos momentos de crisis aún hay productos que se multiplican en progresión geométrica más allá de todo supuesto imaginable al adquirirlos por su precio estipulado.

Putadón del quince: dícese de aquello de carácter desagradable que no te ha pasado nunca y te ocurre en el momento más inoportuno acarreando sus gravosas consecuencias, incidentes en tu salud y en tu ánimo, suceso que, eventualmente, puede prestarse al escarnio de los congéneres pese a los inconvenientes que ha, de facto, producido.

Dicho lo cual, podíamos resumirlo en: LA HE LIAO PARDA, SEÑORES. Donde parda quiere decir parda en su más colorístico sentido, porque si había un momento para tirarse el café hirviente encima, quemándote el muslo, llenándote de café hasta la mismísima cona (galeico TM) y, más importante aún, dejando pardo pardo el sofá, tras una sucesión de acrobacias y quemaduras intentando evitar precisamente eso, NO ERA ESTA MAÑANA, cuando he decidido hacerme la taza entera en lugar de media, además de que no tengo tiempo ni para respirar (¿y para escribir un post después de más de un mes si tienes tiempo? No me toques los cojones dialogador misterioso, de perdidos al río) pero el azar ha tenido a bien bendecirme con tal catástrofe doméstica. Y así sea.

Presa del pánico inicial (y el dolor porque me he quemado, que quede claro, nunca un opositor sin quejumbre) he agarrado el puñado más gordo de papel de cocina que nunca se ha visto, y me he propuesto comprobar si absorbe de verdad todo lo que dice el anuncio (la publicidad es engañosa, niños, la tita SIE ya está en condiciones de asegurároslo), lo primero es lo primero, luego ya me he desprendido de mis ropas cafeinadas porque seguía calentándome mis incipientes quemaduras, sacrificio necesario por la patria y por no dejar mancha en el sofá.

Ya descafeinada me he dirigido al armario de los productos de limpieza y allí, por arte de la previsión de mi hermana había un LIMPIA TAPICERÍAS CON OXÍGENO ACTIVO recién comprado y a estrenar (creo que tiene sueños a lo Angela Petrelli y que ha visto venir la que iba a liar). Me he leído toda la letra pequeña, no fuera a ser que le hiciese un boquete encima (lo de oxígeno activo suena a acido sulfúrico) y que paso a reproduciros:
Modo de empleo:
- eliminar el exceso de suciedad con trapo o esponja (hecho)
- pulverizar el producto sobre la mancha y dejar actuar 5 minutos (hecho)
- retirar el exceso de producto con un trapo o esponja limpio y húmedo que no destiña...

¿A qué parece fácil? Pues a pesar de la mínima cantidad que había pulverizado y que en principio era una nimia capa de espuma, la SIE ha agarrado la esponja limpia húmeda y a empezado a retirar y a retirar y a retirar y a retirar y cada vez salía más espuma, pese a frustrados intentos de aclarado constante con la esponjita, nos hemos pasado al trapo húmedo, opción b de la etiqueta, pero allí estábamos en plenas bodas de Caná pero con espuma y agua, y venga exceso, y venga espuma, y yo retirando, retirando y retirando, hora y media después estoy segura de que aún queda exceso y que podría seguir retirando hasta el día del juicio final donde se leería en audiencia pública:
Sometimes Inviting Eyes no tiene pecado alguno no por falta de voluntad sino de oportunidad ya que se ha pasado toda la puta vida retirando el exceso de limpiador de tapicerías bosqueverde, producto distribuido por los ángeles caídos para llevar a la desesperación a los torpes o nerviosos opositores que pueblan la tierra.


Durante el proceso releía la etiqueta por si me había dejado alguna indicación que había desencadenado tal proceso químico de espuma a cascoporro, algo como: evita agua de Murcia o que el trapo no sea de color blanco, otra cosa no me explico... pero no: para mejores resultados tratar la mancha inmediatamente, es la única información adicional que he encontrado, y ésa, la había seguido a pies juntillas. Un hurra.

Así que, zagalicos, ya sabéis, las tapicerías las carga el diablo y nunca sabes cuando van a empezar a escupirte espuma en represalia por subir los pies o clavar los codos.

Para los que me echábais de menos y queríais que volviera, ya tenéis con qué arrepentíos de tal deseo.