
Y en estos días me han pasado un montón de cosas pero las musas no me ayudan a decantarme por ninguna, pero sé que a
Rufus le gustaría que contase cómo
dos idiotas (bueno un idiota y la que le hace caso al idiota) se vieron
perdidos en el parking del Centro Comercial de Nueva Condomina, en pleno Diciembre, bien pasada la hora de Cenicienta, y justo el día que se decidía a hacer frío, pero frío, frío,
frío invernal, vamos, Rufus no sé si lo notó, yo sí, porque empecé la tarde con el primer consejo:
"Déjate el abrigo en el coche, si frío no hace"... y no hacía, dentro claro, pero a la intemperie cuando te acercas a la una de la madrugada y empieza a caer eso llamado "aguanieve" pues... la cosa cambia.
Claro, que no éramos los únicos idiotas perdidos, y de todos es sabido, que
mal de muchos, consuelo de tontos, así que los ocho o diez personajes que íbamos de un lado para otro sin sentido, entre risas y susurros, cuando te cruzabas con algun grupillo te daban el parte informativo: -
no, por allí no, esa puerta TAMBIÉN está cerrada.Pero ellos
no me daban pena ninguna, porque pertenecían al grupo de la rubia que empujó la puerta del final del cine, descubriendo la
nueva dimensión, y se ve que estaba buena o era muy convincente cuando gritó:
¡es por aquí!, porque todo su grupo de amigos, otras dos que estaban en la Sala, y Rufus -sí, había cuatro gatos en el cine-, la siguieron raudos y veloces... yo tímidamente me aferraba a la posibilidad de salir por donde siempre, por donde hemos entrado y hemos salido otras veces, mi queja no era tomada en cuenta por Rufus que ya había saltado a la nueva dimensión. Esa
tímida alternativa, se hizo más fuerte cuando me quedé en el umbral de la puerta, sosteniéndola para que no cerrara (es que si no, ya no había marcha atrás), insistiendo ya con
voz más rotunda (mi voz es fea, pero se oye, eso lo saben todos los que me conocen), y
cierto temor al contemplar un pasillo, a medio pintar, con botes y basurilla por el suelo, y cinta de carrocero pegada por todas partes... este panorama debía ser desolador para mí sola, porque así me quedé, sola y temerosa en el marco de la puerta mientras los otros cuatro gatos de la sala seguían rumbo hacia lo desconocido. Y así
arrastrada por la "inmensa minoría", y por mi acompañante que insistía: "
por aquí, por aquí", llegué al punto de no retorno en el que solté la puerta... y
me escupió ese destartalado pasillo fuera del centro comercial, a la intemperie, tras subir una escalerucha de película de miedo.
Resultado, estabamos en la
planta equivocada, eso nos dimos cuenta todos a la primera, idiotas pero no tanto, estuvimos hábiles, la solución pareció sencilla estamos arriba (porque hemos subido una escalera) pues bajamos -de barrio sésamo-, fatal error, no sólo estábamos en la planta equivocada, estabamos en el
parking equivocado, justo al otro lado del que era nuestro parking correcto, ese al que habríamos accedido sin problemas de haber salido por donde siempre...
Cuando pasan los quince minutos
deambulando por un parking oscuro a medio terminar, el frío empieza a apoderarse de ti, las puertas se abren para que
afortunados individuos que saben dónde tienen el coche, salgan y abandonen el inhóspito paraje, y en cambio, permanecen cerradas cruelmente para los
no tan afortunados que intentan cruzar al otro lado, pues, la idea de asaltar determinadas dependencias ya no parece tan sorprendente como cuando lo ves en los telediarios...
Cuando justo te decides a
rodear tooooodo el centro comercial por fuera y empieza a llover más fuerte, la risa nerviosa se hace más intensa, y juras y perjuras para tus adentros que ya te guardarás de seguir consejos ajenos sobre dejarte el
trench en el coche o seguir a la rubia.
Y así se va acrecentando el odio por las construcciones comerciales, hace pocos días creo que
dos muchachas llevadas por la emoción del reencuentro y la amistad (nueva condomina dice que era el alcohol), cayeron cinco metros por la rampa del parking que no tenía barandilla...
Empiezo a sospechar que es un
centro maldito, debe ser que
no se ha reenviado suficiente la cadena esa que circula sobre el pelotazo que ha pegado el Sr. Samper con la venta y reventa del mismo....
¿o tal vez es porque no la reenvié yo?
PD. Tenía puesta una estupenda foto de la rampa de la muerte, pero no me dejan tenerla, así que he colocado este colorido dibujo que alegra mucho.