
Pongamos que yo tengo arrumbadas como trastos en casa tres docenas y cuarto de cajas de plástico de colores, de esas que tenía mi padre para meter lechugas, son una combinación de colores preciosa y ponen en grabado negro mate: FRANCISCO PEREZ Y HERMANOS S.L.
Digamos que yo de pequeña ponía una encima de otra y jugaba a las "casitas" pensando que era un frigorífico, digamos que, entonces, yo tenía mucha imaginación y aquello era mejor que un no-frost de la hostia, incluso me atrevería a decir que poníamos cuatro (no jugaba siempre sola) y era uno de dos puertas de los que veíamos en las series americanas. Digamos que, eso, a lo sumo, podía ser calificado de improvisado juguete costumbrista.
Bien.
Digamos que ves lo mismo pero encolado en un reportaje de televisión sobre lo munchimoderna que es tal ciudad europea y lo munchi que cuida el arte y donde todo es vanguardista a tó meté.
Digamos que la obra no llega a las tres docenas y cuarto que tengo yo pero está expuesta en un museo culmen de la modernité, la fraternité y la egalité.
Digamos que me cagoentóloquesemenea que yo en verdá nací artista de la vanguardia y la escultura y no lo sabía.
Y el escultor que a lo mejor está munchiforrándose y que podría ser yo diga la palabra mágica:
PERFORMANCE
[Atención retahíla de links en plan dummy:
- pincha aquí y verás el post en el que hablo de Melissa Hindell y Manuel Dominguez Guerra
- pincha aquí y verás las obras de arte de nuestro querido Manuel
- pincha aquí y verás la de risas que te pegas con la colección de audios sobre nuestra pintora favorita
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Ahora opino como ella y lo de las performance empieza ya a oler a AQUÍ QUE ME LAS DEN TOAS:
Y no es que yo sea precisamente de opinar que un cuadro para ser cuadro tenga que tener su buena pieza de caza (venado muerto mucho mejor) y su racimo de uvas, NO, pero una cosa es eso y otra cosa defender que catorce cajas de plastico encoladas de dos en dos es una cosa super artística del morir y por la que merece la pena pagar para ver, de hecho, quiero avisar desde aquí que si alguien tiene su jardín triste y taciturno y está pidiendo a gritos una obra de arte que deslumbre al personal yo me comprometo a encolar una docena de cajas y distribuirlas por el césped y todo menos de lo que cuestan dos matarratas ultrasónicos. Aproveche ahora. Oferta temporal.
Dice el autor que lo que quiere es que cada uno se haga su propia narrativa al contemplar la obra, pues mira, mi propia narrativa me la hago ya leyendo las pintadas de las puertas de los baños públicos que me sale más económico y me parece más honesto.