
Nunca nadie me oirá decir palabra alguna en contra de aquellos que no aprueban la nueva Ley del Matrimonio por motivos religiosos, ni, como buena jurista, en contra de aquellos que proclaman su inconstitucionalidad en base a razonables argumentos jurídicos, que los hay y muchos, entre otras cosas debido a la oscura literalidad del Artículo 32 de la Constitución "el hombre y la mujer tienen derecho a contrar matrimonio con plena igualdad jurídica"; ahora bien, hacerse abanderado de la causa argumentando cosas como las que he leído hoy en la Sección de Cartas al Director de La Verdad de Murcia.... simplemente me avergüenzan (también al periódico que ciertas palabras como sana, antinaturales, curar, etc las han puesto en cursiva y todo) ahí va: "Gays inconstitucionales
Robert Winkel/SAN JAVIER
Por fin hay un político que tiene bastante osadía para denunciar ante el Tribunal Constitucional una ley tan depravada que nos ridiculiza a los ojos de la mayoría de la gente sana. Tal como el Quijote, con arrojo y pertinencia, declara la guerra a estas relaciones antinaturales.
Espero que irá más allá de la resistencia que encontrará seguramente y que se apoyará en la colaboración de los numerosos colectivos, tanto civiles como religiosos, que comparten su punto de vista, incluso las autoridades musulmanas reconocidas, que ni admiten estas inmorales relaciones. De «matrimonio», ni hablar.
Unos me dirán que estoy exagerando. Creo que no. Confío en el diagnóstico de un eminente catedrático que hace unas semanas revelaba que a esta gente se le puede «curar».
Sería también la oportunidad para expulsar del PP, y de las responsabilidades en el partido, a estas personas tan comprometidas. Por lo menos hasta que se hayan curado. En cuanto a los directivos heterosexuales que opinan de otro modo, lo lamento profundamente. Supongo que se les llamarán al orden. Forman parte de una ideología: tienen que respetarla, seguirla o dimitir. A veces hay que sacrificar las ovejas negras de la familia para conquistar más afiliados y fortalecer la posición política.
Si seguimos con estas uniones conyugales estériles, en unas décadas tendremos problemas de perennidad, salvo si los pocos valiosos machos que nos quedarán se convierten al Islam, se casan con tres o cuatro mujeres, por amor y para criar una docena de hijos (esperando que no sean homosexuales). Sería la solución extrema, pero a la vez abriríamos la puerta a la lenta islamización de Europa.
Hay un proverbio chino que, a la vista de casos de justicieros como éste, mucha más gente debería escuchar atentamente, y que dice que es preferible hacer una buena obra cerca de casa que ir muy lejos a quemar incienso, o el más castizo de la paja en el ojo ajeno, e incluso ese de: antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas a tu propia casa.